Oposicionismo y Rabietas
Oposicionismo y Rabietas.
En general todos los niños demuestran oposición a las reglas o a las instrucciones de vez en cuando, sobre todo cuando están cansados con sueño, con hambre, enfermos, alterados emocionalmente o en una situación de estrés. Los primeros periodos del desarrollo son los más críticos y los más vulnerables.
Los niños pueden argumentar, responder, retar y desobedecer a los padres, sus maestras u otros adultos que los acompañan en su crecimiento.
Este comportamiento oposicionista hostil se presenta entre los 2 y 3 años de edad y vuelve a aparecer en la adolescencia, sin embargo el comportamiento caracterizado por falta de cooperación, resistencia a la norma y respeto a la autoridad, y hostilidad en general, pasa a ser una situación que debe trabajarse cuando se hace frecuente y consistente en el tiempo; y que se aleja de las edades esperadas, cuando afecta lo social, la vida familiar y las relaciones con sus pares y maestros en la escuela.

Allí podríamos estar hablando de terquedad persistente, rabietas frecuentes, renuncia a ceder o negociar, baja tolerancia a la frustración, discusiones excesivas, desafío activo, intentos deliberados de molestar con palabras o acciones físicas a los demás, venganza, uso de palabras hirientes e irritabilidad; aquí estaríamos hablando de un rasgo oposicionista presente.
Para mejorar la conducta oposicionista es fundamental:
- Establecer límites y normas en casa.
- Ser amable y cariñoso en el tono emocional en que se solicita cosas a los niños.
- Elogiarlos en cuanto a la conducta bien hecha.
- Contener su atención para que entiendan y escuchen las normas, y hacer que repitan con sus palabras la orden dada.
- Ser claros y concisos en lo que se le dice: limitar el número de demandas.
- Evitar los NO en las respuestas. Advirtiendo lo que se espera de ellos en cada caso.
- Cada vez que se les solicite algo, asegurarse de que los cumplan.
- Evitar caer en negociar las reglas (5 minutos más).
- El Oposicionismo puede generar un círculo vicioso de interacción en el que el padre y el hijo muestran lo peor de cada uno.
- Si no hace lo que se le pide:
- Espere 5 a 10 segundos para que haga lo que ha solicitado y si no lo realiza plantearle consecuencias, y mientras tanto guiarlo con la mano hasta el lugar para que haga lo que se le solicita.
- Aplicar tiempo fuera parcial o total si la conducta es disruptiva (patadas, rabietas, gritos, mordiscos, golpes) y explicarle luego por qué se realizó la acción.
- La sobrecorrección es la práctica repetida de lo que se debe hacer bien. Se usa para deshacer la conducta inadecuada y practicar el modo de actuar correcto. Por ejemplo pedir disculpas por haber perdido, roto o golpeado a alguien; hacer el comportamiento adecuado y elogiar su respuesta.
- Ignorar las conductas inadecuadas mientras que no sean del tipo disruptivo que causen daño al niño o a otros (llanto, protestas, búsqueda de atención excesiva)
- Ubicar sus peticiones en el tiempo y el espacio para que sienta que está siendo escuchado.
- Darle un tiempo de atención exclusiva sólo con el niño sin distracciones, hacer algo que les guste y hablar de lo que requiera.
- Cuando aparezca la conducta adecuada darle mucha atención y muestras de afecto.
- Cuando interrumpan conversaciones, apartarlo y establecer un símbolo en el que entienda hasta cuándo debe esperar para ser atendido.
- Trabajar con cuentos y ejemplos que le permitan reflexionar en otros su propia conducta.
- Evitar caer en situaciones de medición de fuerza.
- No responder con conductas agresivas para que no se sienta culpable o rechazado.